Hace unos años apareció en la primera página de uno de los periódicos de mayor circulación del país, una noticia relacionada con un “Milagro” económico que estaba a punto de ocurrir en el campo colombiano,  pues en una finca piloto del departamento de Cesar habían logrado producciones de algodón que triplicaban las corrientes y, como si fuera poco, con costos bastante inferiores a los tradicionales.  Para quienes llevamos muchos años en la fabricación de maquinaria agrícola en Colombia, el único “milagro” que observamos se relaciona con la publicación de esta información y que al fin merecieran la atención del Estado las tecnologías relacionadas con los implementos para tractor, practicadas con éxito en otros países y que también en el nuestro han logrado resultados espectaculares.  El producir en el Cesar más de cinco toneladas de algodón por hectárea,  es equivalente a lo que habíamos visto en el Llano, cuando un agricultor pasó de menos de dos toneladas de maíz, a más de cinco por hectárea, por utilizar una Arado de Cincel Vibratorio y una Sembradora de Precisión, o a los múltiples casos en la Sabana de Bogotá,  cuando cuadruplican la producción de pasto usando un Renovador de Praderas, o cuando después de pasar un Cincel,  los potreros no se han inundado en el invierno y se han mantenido verdes en el verano.  Por otra parte,  el mencionado “milagro” solo ha sido la consecuencia lógica del uso de herramientas que corresponden a procesos más cercanos al orden de la naturaleza y que se pueden reunir en un paquete,  que en resumen se presenta, así: Destrucción de socas,  labranza, siembra y cultivo.  Para cada uno de ellos se tiene un implemento para tractor diferente a los corrientes en nuestro medio,  advirtiendo que para un éxito completo se deberán adoptar en lo posible todos los métodos del sistema nuevo.

Destrucción de socas

Los residuos de la cosecha anterior o las malezas que se encuentran en el terreno después de la recolección,  pueden ser picadas finalmente con la máquina Desbrozadora, que las esparce en el suelo,  protegiéndolo de la erosión del viento y de la lluvia, y de la acción agresiva del sol,  factores que son implacables con un suelo desnudo.   Esta capa de vegetal desmenuzado conserva la humedad y se incorpora fácilmente al terreno,  mejorando su estructura y convirtiéndose en abono.  Tal labor de destrucción de socas que en casi todos los países es obligatoria para el control de plagas,  se ha realizado eventualmente en Colombia muy a regañadientes por sus altos costos y con el agravante de que los métodos usados han contribuido a la destrucción del medio ambiente,  por el gran número de pasadas de tractor,  que compacta el suelo,  o porque, es para alarmarse,  se utiliza el fuego para esta tarea.  Cuando se usa la Desbrozadora,  a las ventajas anteriores de conservación del planeta, se une un considerable ahorro de abonos y plaguicidas.

Labranza

La labranza o preparación de la tierra previa a la siembra ha tenido en el país dos características que han destruido los suelos y rebajado su productividad. La primera es el excesivo uso de arados y rastras con un considerable número de pasadas de tractor. La segunda se relaciona con el uso exclusivo del disco.  Las consecuencias de estas prácticas han sido unos suelos con su estructura dañada,  en muchos casos convertidos en polvo y con una compactación presente en capas endurecidas entre 20 y 40 cms de la superficie,   que impiden la penetración del agua y del oxígeno y, por supuesto, el crecimiento de las raíces.  Si el agua no se filtra y almacena,  si las raíces no pueden tener oxígeno y si no pueden explorar en busca de agua y de nutrientes,  las plantas son pequeñas y su producción es pobre.  Cuando el ser humano creó la agricultura,  la labranza ha sido con un arado que despectivamente llamamos “arado de chuzo”. El Cincel que ahora recomienda la agricultura sostenible,  no es sino el mismo “chuzo”, con el que durante cinco mil años se labró tierra sin destruirla,  pero ahora fabricado con los materiales y sistemas de la maquinaria moderna: aceros aleados y tratamiento térmicos que permiten chuzos delgados que requieren poca potencia y con una acción vibratoria que rompe el terreno por sus grietas naturales,  sin destruir su estructura y sin crear compactación; por el contrario,  fracturándola si existía anteriormente.  No sobra decir que si se utilizó un Arado de Cincel Vibratorio y se requiere una labranza secundaria,  no se debe borrar con el codo lo que se hizo con la mano y por lo tanto se debe utilizar también para ésta, un implemento de cincel o una Grada Rotativa.

Siembra

La siembra de precisión también es una aplicación de las leyes de la naturaleza,  que determina que una buena germinación de las semillas se logra cuando estas se colocan a una profundidad definida para cada tipo y que la mayor productividad se establece con un número óptimo de plantas por hectárea.  Es pues una labor fácilmente realizable por una máquina adecuada,  que también posea mecanismos que no lesionen la semilla cuando se maneje.   Existen en el mercado estas máquinas sembradoras con sistemas mecánicos o neumáticos que aseguran precisión en la densidad y en la profundidad de la semilla.   Desafortunadamente,  este concepto ha sido poco claro para los agricultores del país y es común ver que utilizan sobredosis de semilla, de dos a cuatro veces,  para compensar la falta de exactitud.  Aparte de las bajas productividades que se tienen por no usar Sembradoras de Precisión,  la gran paradoja es que en la mayoría de los casos el sólo ahorro de semilla en una siembra de 100 hectáreas pagaría con creces el costo de una máquina moderna.

Cultivo

La eliminación de las malezas que crecen entre las plantas de los cultivos de hilera fue una labor que se realizó tradicionalmente en forma manual con el azadón.  El costo y la escasez de la mano de obra obligaron al agricultor a buscar una alternativa y desafortunadamente no escogió la Cultivadora Mecánica, máquina que acoplada al tractor,  arranca, corta y revuelve en la tierra esta maleza,  sino que utilizó los productos agroquímicos cuyo uso excesivo tiene graves consecuencias para el medio ambiente y su costo es superior a los métodos mecánicos.  Las malezas cortadas a tiempo cubren el suelo y le dan materia orgánica,  o abono verde.  Las raíces agarran la tierra y la protegen de la erosión,  rompen capas duras y movilizan nutrientes.   El uso de una Cultivadora Vibratoria para destruirlas, también airea y rompe el suelo para infiltrar nuevas lluvias.  Ninguna de estas ventajas aparece cuando se usan matamalezas,  químicos que sí traen muchos problemas,  aunque por fortuna la humanidad ya está señalando.   Por último, como en el caso de la sembradoras,  en una extensión de 100 hectáreas el precio del agroquímico  en una temporada puede equivaler al de una Cultivadora Vibratoria que durará muchos años.

Este fue el meollo del trabajo del proyecto Cesar 95 y del cual podemos deducir estas cuatro observaciones:

  • La fuente de potencia (tractor o animal) no es un elemento tan importante como las herramientas que se le agreguen,  por lo cual la modernización del campo no requiere una inversión muy grande.
  • Un incremento significativo en la productividad se logra con cambios en los métodos de labranza,  siembra, cultivo y destrucción de socas,  al emplear sencillos elementos nuevos,  muchos de los cuales son más económicos que los utilizados actualmente.
  • Adicionalmente se consigue una rebaja sustancial en los costos,  al disminuir operaciones y compra de otros insumos,  principalmente agroquímicos.
  • Por último,  llegamos a una conservación del medio ambiente,  mediante la disminución del uso de pesticidas y fertilizantes,  así como un mejor manejo del agua y del suelo,  al utilizar implementos adecuados.

Sobra decir que, en efecto,  buena parte de la maquinaria requerida para esta modernización ya se está produciendo en el país y la totalidad se podrá fabricar cuando se amplíen los mercados,  como consecuencia de la divulgación y aceptación de estas tecnologías.

Para terminar,  quedan algunas reflexiones.   Sin duda alguna la aplicación de métodos puede reactivar el sector agropecuario y, por supuesto, el crecimiento de la economía nacional, pero por qué siendo tan simples y evidentes no se aplicaron antes? Por qué si todo es hacerle caso a la naturaleza, no se conocieron sino hasta ahora? Por qué, también, reposaron tanto tiempo en los archivos de los institutos estatales del agro? Por qué tampoco habían llamado la atención de los gremios agropecuarios?

La realidad es que estos avances sólo se están dando a la luz por los éxitos obtenidos por un pequeño grupo de valientes y tozudos compatriotas. He ahí el verdadero milagro.